Incontinencia urinaria en el anciano
Entendemos por incontinencia urinaria la pérdida involuntaria de orina, objetivamente demostrable, que origina un problema social o higiénico por producirse en un momento y lugar no adecuados.
Se trata de una disfunción que se presenta tanto en personas sanas como asociada a diferentes enfermedades, y se origina por causas diversas. Constituye un problema de salud importante tanto por su frecuencia como por sus connotaciones psicológicas, sociales y económicas. Aunque no lleva asociado un pronóstico de gravedad, limita la autonomía, reduce la autoestima y deteriora sensiblemente la calidad de vida de las personas que la padecen
Frecuencia del problema
Es un problema más frecuente en la mujer que en el varón y la frecuencia aumenta claramente con la edad. Se estima que en España afecta aproximadamente a unos 2 millones de personas, de los cuales unas 800.000 serían mayores de 65 años no hospitalizados. A partir de esa edad la frecuencia se incrementa aceleradamente. En las personas mayores las alteraciones cognitivas y del aparato locomotor, así como otras enfermedades, facilitan la aparición del problema.
Un estudio ha determinado que en España este problema afecta al 15,5% de los mayores de 65 años no ingresados; al 35% de los pacientes hospitalizados; y hasta al 50% de los ancianos que viven en residencias.
Factores de riesgo
La edad es el factor más estrechamente asociado a la incontinencia urinaria. Se han identificado una serie de factores llamados de riesgo, que predisponen a la aparición del problema, como son:
- El embarazo y el parto
- Prolapso de los órganos pélvicos: esta enfermedad consiste en el descenso de la vejiga de la orina, de la matriz o de la vagina desde sus lugares habituales.
- La extirpación del útero
- La obesidad
- Algunas enfermedades del sistema nervioso central o de los músculos
- La demencia
- Otros factores relacionados con el trabajo, como los que supongan grandes esfuerzos físicos, deportes de impacto, etc.
Es importante reconocer que sólo una pequeña proporción de personas con este problema busca ayuda médica. Las mujeres no suelen consultar directamente, e intentan mantener la enfermedad oculta el mayor tiempo posible y tienden a soportarlo sin asistencia médica, ya sea por vergüenza, porque consideran que es inevitable o porque suponen que es una consecuencia inherente al envejecimiento y, por tanto, sin solución.
Cómo afecta a la calidad de vida
Todos los estudios sobre niveles de calidad de vida en personas que padecen esta disfunción demuestran que estos son significativamente más bajos que en las personas sin incontinencia.
Los aspectos de la vida diaria que más se afectan por la incontinencia urinaria son el sueño y el descanso, la movilidad, el comportamiento emocional, la interacción social y las actividades de recreo.
Tipos de incontinencia urinaria
Hay distintos tipos de incontinencia urinaria:
- Si ésta se produce durante actividades que aumentan la presión del abdomen como toser, reír, correr, andar, etc., hablamos de incontinencia urinaria de esfuerzo;
- Si va asociada a un fuerte deseo de orinar hablamos de urgencia;
- Si se da en forma de goteo asociada a retención de la orina hablamos de rebosamiento;
- Otra posibilidad es que se presente en forma continua en ausencia de deseo de orinar;
- Formas mixtas.
¿Cómo se diagnostica este problema?
Dado que las personas habitualmente no consultan directamente por este problema, el primer objetivo que debe plantearse el médico es su detección. Para ello, deberá preguntar a sus pacientes si tienen escapes voluntarios de la orina o algún otro tipo de problema en la vejiga.
Para diagnosticar este problema, el médico dispone fundamentalmente de dos elementos:
- La Historia Clínica, es decir, realizar preguntas al paciente en este sentido e investigar los posibles factores que predisponen y desencadenan la incontinencia; un análisis de la orina; pasar unos cuestionarios de síntomas y de calidad de vida; el llamado diario miccional o anotaciones donde se recogen las circunstancias en que se produce el escape, la cantidad, etc; y, por último, realizar un examen físico general que en las mujeres incluya el área ginecológica.
- Procedimientos especializados de las áreas de urología y de ginecología.
¿Cómo se puede tratar este problema?
Es fundamental que el individuo que presente este tipo de problemas esté correctamente informado de las posibilidades terapéuticas existentes. Antes que nada, hay que conocer las preferencias del paciente, el tipo de vida que realiza y sus circunstancias personales. La mejoría de la calidad de vida de una mujer mayor con incontinencia urinaria puede producirse sólo con una disminución de la gravedad de los síntomas, ya que la continencia total es, a menudo, imposible.
El paciente debe extremar sus medidas de higiene para evitar el deterioro de su salud y complicaciones como infecciones. En cualquier caso, lo adecuado será ponerse en manos de un profesional. Es importante tener claro que siempre puede hacerse algo, que en todos los casos existen medidas cuya aplicación suaviza el problema. El individuo juega un papel decisivo en la aplicación de las posibles soluciones y tiene que querer tomar parte activa en el proceso.
En un primer momento el paciente puede adoptar la incorporación de técnicas y medidas concretas para controlar la incontinencia; básicamente estamos hablando de las llamadas habilidades de autoentrenamiento: hábitos, rutina para evacuar, intervalos intermiccionales más o menos cortos, control de horarios para la ingestión de líquidos y medicamentos, etc.
Otra serie de medidas las prescribirá el profesional de acuerdo con cada situación. Básicamente existen 3 tipos de tratamiento para este problema según el tipo de enfermedad:
- La rehabilitación de los músculos del suelo de la pelvis, es decir, la práctica regular de ejercicios de contracción activa de los músculos del suelo de la pelvis.
- Los medicamentos.
- La cirugía.
En muchos otros casos, cuando los anteriores tratamientos han fracasado o en muchos ancianos en los que no se pueden aplicar, se han popularizado unos absorbentes de incontinencia urinaria, coloquialmente llamados pañales por su similitud con los usados por los bebés, que permiten al paciente recoger la orina que se le escapa y mantener su higiene personal. Se disponen de diversos tipos y tamaños para cada situación y están financiados por Sistema Nacional de Salud, con el único requisito de ser visados o autorizados previamente por un Inspector Médico que controla su dispensación.
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